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No es lo mismo un transgénico que un organismo editado genéticamente

Hace unos días desarrollé un hilo en twitter con el que intentaba explicar las diferencias entre organismos transgénicos y organismos editados genéticamente, por ejemplo con las herramientas CRISPR. Son conceptos que habitualmente se confunden, pero que conviene conocer, pues de la confusión derivan bastantes de los problemas administrativos y legales que tenemos aquí en Europa en estos momentos. El hilo tuvo bastante repercusión y he decidido convertirlo en un artículo aquí en este blog de Naukas, donde podré aportar todos los matices e información complementaria que la red social de mensajes de 280 caracteres no permite.

En ciencia las opiniones no importan. Son los hechos, los datos, lo que realmente importa. Podemos opinar que nuestro planeta es esférico o plano, pero la Tierra seguirá siendo una esfera, ligeramente achatada por los polos y ligeramente abultada por el ecuador, pero una esfera. Nos puede parecer que la velocidad de la luz en el vacío es demasiado alta, o demasiado baja, pero el valor aproximado de 300,000 km/s seguirá siendo válido y utilizándose como una de las constantes universales. Nos guste más o menos. Lo expresaba de manera muy directa el astrofísico y divulgador Neil deGrasse Tyson, en su famosa frase: «The good thing about science is that it’s true whether or not you believe in it» (Lo bueno de la ciencia es que es verdad, creas o no en ello).

Lo que parece incuestionable en áreas del saber como la física suele ser sin embargo objeto constante de debate en otras disciplinas, como la biología. Conceptos como el de transgénesis o los transgénicos se usan y aplican inopinadamente en muchas situaciones, vengan o no a cuento. Y es importante aclararlo. Un organismo (animal/planta/hongo/bacteria…) transgénico es aquel al que le hemos añadido un gen nuevo, que, por ejemplo, puede ser de la propia especie. Como la recuperación que se observa de la pigmentación en ratones al añadir el gen de tirosinasa activo sobre animales albinos, que son mutantes para ese gen. En la primera figura que aparece debajo de este texto se puede observar que al añadir una copia funcional de ese gen complementamos el déficit de tirosinasa causado por la presencia de una mutación en ese gen en los ratones albinos.

En el ejemplo aparecen ratones, pero sería exactamente igual si estuviéramos hablando de hongos, de plantas o de bacterias. A una planta de tomate se le añade un gen externo que le aporta unas características nuevas y esa planta de tomate resultante es transgénica, y al fragmento de ADN incorporado lo llamaremos transgén. A veces, el gen externo o transgén que le añadimos al organismo proviene de otra especie, como el gen GFP (siglas en inglés del gen de la Proteína Verde Fluorescente, Green Fluorescent Protein) de la medusa Aequorea victoria (que brilla en la oscuridad para atraer a sus presas y aturdirlas con sus tentáculos) que confiere una fluorescencia verde característica a los organismos transgénicos resultantes. Estos ratones verdes fluorescentes, que se muestran en la siguiente imagen son muy útiles en experimentos de biomedicina regenerativa, dado que todas sus células son verdes, y se les puede seguir la pista en otro individuo (en experimentos de trasplantes) muy fácilmente. Los investigadores descubridores de la GFP recibieron el Premio Nobel de Química en 2008.

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