23-02-2019
“La tecnología CRISPR ha democratizado la edición genética”
Todo avance científico tiene su historia y, desde luego, este es el caso de las herramientas de edición genética CRISPR, cuyo relato ha sido narrado al detalle en Editando Genes: Corta, Pega y Colorea por Lluís Montoliu (Barcelona, 1963), investigador científico del Centro Nacional de Biotecnología (CNB).
Montoliu integró el uso de las CRISPR en su laboratorio en 2013, solo un año después de que las científicas Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier publicaran su famoso artículo sobre las tijeras moleculares en Science. También forma parte del comité de ética del CSIC y mantiene una relación cercana con el alicantino Francisco Mojica, una de las personas más relevantes en esta historia. De hecho, fue él quien describió por primera vez este mecanismo natural de las bacterias y lo bautizó con el nombre que es utilizado hoy en todo el mundo.
Tras más de 25 años de investigación a sus espaldas, Montoliu ha escrito el primer libro en castellano sobre estas herramientas de edición, con sus ventajas, limitaciones y desafíos. Es una breve enciclopedia informal dirigida tanto a principiantes como a profesionales. La lectura ordenada no es obligatoria, pues cada capítulo es independiente.
En su libro narra las diferentes técnicas de modificación genética hasta llegar a la actual estrategia CRISPR, que es la verdadera protagonista de su historia. ¿Qué la hace tan especial?
Nos ha cambiado la vida por varios motivos. Esta técnica es más versátil y más sencilla que cualquiera de las anteriores, pero algo fundamental que no se suele tener en cuenta es que es más asequible. Estamos acostumbrados a que las noticias sobre nuevos estudios nos lleguen desde Nueva York, Londres o Estocolmo. Ahora, las nuevas ideas pueden surgir en cualquier lado. Por menos de 1.000 euros uno tiene lo esencial para empezar a realizar estos experimentos. ¿Quién habría imaginado que en muchos países de África se estarían abordando con CRISPR investigaciones sobre variantes vegetales resistentes a la sequía? El bajo coste ha permitido su rápida incorporación por todo el mundo y nos ha traído por primera vez la democratización de la edición genética.
“¿Quién habría imaginado que en muchos países de África se estarían abordando con CRISPR investigaciones sobre vegetales resistentes a la sequía?”
Pero, como cualquier tecnología, tendrá también sus limitaciones...
Son unas herramientas extraordinarias, pero aún hay muchas limitaciones en el proceso de reparación o pegado tras el corte. La restitución natural del ADN después del corte es automática y actúa muy rápido. El problema es que, al operar de forma tan rápida, frecuentemente se equivoca y opta por unas uniones azarosas que generan errores. Cuando lo que queremos es gobernar la corrección e introducir una nueva secuencia que funcione, tenemos que convencer al sistema y esto es lo más complicado. El resultado deseado va a lograrse en un porcentaje limitado de ocasiones. Se obtienen también individuos con variaciones no deseadas que finalmente tendremos que descartar.
Usted mismo lleva años empleando estas herramientas de edición en sus estudios sobre enfermedades raras, especialmente sobre albinismo en el CNB. ¿Cuál ha sido el mayor cambio que ha experimentado con la llegada de CRISPR?
Se dice que no hay enfermedades, sino enfermos. Enfermedad es ese conjunto de síntomas que padecen de forma parecida un grupo de personas, pero ni todas tienen los mismos síntomas, ni siempre se manifiestan con la misma intensidad. Sabemos, por ejemplo, que existen veinte genes que cuando dejan de funcionar dan lugar a tantos tipos de albinismo. Con mi equipo hacemos diagnóstico genético, es decir, identificamos qué gen está afectado y causa la patología.
Ahora, gracias a CRISPR, hemos dado un salto cualitativo porque podemos insertar, mediante una edición más precisa y rápida, la mutación del paciente en un ratón y observarlo para entender y aliviar los síntomas a través de este modelo animal. Vamos hacia una medicina personalizada de precisión.
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